En el ejercicio de análisis hipotético realizado por el portal digital La Base América Latina (https://www.youtube.com/watch?v=ijLLTRrVCcE), señala que si México y Brasil fueran un solo país, sería la 2ª nación con más territorio, más de 10 millones de km2; el 3º más poblado del mundo con 350 millones de personas, representaría la 4ª económica mundial y respecto su capital natural y cultural, sería el país más megadiverso y tendría 55 sitios patrimonio de la humanidad, con más de 200 lenguas originarias.
Tal ejercicio muestra de manera sencilla pero contundente las dimensiones de ambas naciones y el potencial que representa una alianza entre ellas. Lo anterior se dio en el contexto de la visita de una enorme delegación brasileña a nuestro país, los días 27 y 28 de agosto, es decir, la semana pasada, encabezada por el vicepresidente de la República Federativa de Brasil, Geraldo Alckmin.
A raíz de conversaciones entre el presidente Lula Da Silva de Brasil, con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, en abril pasado, la gran delegación brasileña integrada por ministros de estado, directores de centros de investigación, así como empresarios, tuvieron una apretada agenda en nuestro país que incluyó reuniones de trabajo en las cuales se firmaron acuerdos en materia comercial, de salud, agricultura y energía, así como un encuentro empresarial en el que participaron más de 350 empresarios de ambas naciones y finalizó con la recepción del vicepresidente en Palacio Nacional por Claudia Sheinbaum Pardo.
Como también lo comenta el análisis de La Base, dicho encuentro pasó casi inadvertido en los medios de comunicación mexicanos y los pocos que lo atendieron, fue para decir que se daba en el contexto de “las tensiones con EU”, como si los aranceles unilaterales fueran “tensiones” y, también, como si la relación de México y Brasil dependieran exclusivamente de un país tercero y no pudiera ser por la mera conveniencia y el desarrollo de ellos mismos.
Lo cierto es que la visita marca un acercamiento sin precedentes entre ambos gobiernos progresistas. Recordemos que cuando Lula Da Silva fue presidente por primera vez (2003-2010), en México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no coincidió con él pues perdió la elección de 2006, y posteriormente el brasileño cayó en la cárcel y su sucesora Dilma Rousseff fue destituida. Así, la relación nunca llegó a darse, sin embargo, ya en la presidencia Andrés Manuel López Obrador y Lula buscando la reelección, en una visita a México en marzo de 2022, Da Silva dijo: “Pienso que López Obrador es un regalo que este país ha recibido. Un hombre como López Obrador no nace todos los días y menos llega a alcanzar la Presidencia de la República. Y pueden estar seguros de que va a ser muy atacado.”
Pero al regresar a la presidencia a inicios del 2023, Lula tampoco tuvo mucho tiempo de colaborar con AMLO que concluía en septiembre de 2024, no obstante, el acercamiento se está haciendo realidad con su sucesora. Y como decimos, tampoco responde a “las tensiones” que señalan los medios, Claudia Sheinbaum Pardo coincidió con Lula Da Silva en la IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Honduras en abril de este año, a la cual los presidentes sudamericanos le insistieron que asistiera y en ella dialogó con el mandatario brasileño acordando la actual visita.
A pesar que durante décadas Brasil y México se han desarrollado cada uno por su parte, su acercamiento es una gran noticia para la integración de Latinoamérica, pues se trata de las economías más grandes de la región, como lo señaló un comunicado de prensa de la cancillería mexicana, ambas representan alrededor del 60% del PIB de Latinoamérica. Aunado a lo anterior, en el ámbito político ambos gobiernos (Lula-Dilma, AMLO-Sheinbaum), han mostrado su deseo de unidad de la región y han dado su apoyo a diversos gobiernos izquierdistas.
Y aunque ambos países cuentan con una larga tradición diplomática importante, cierto es que en las últimas dos décadas Brasil se ha internacionalizado logrando ser fundador del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), lo que le da una plataforma para destacar en el ámbito global, mientras que México se concentró en el poderoso bloque de Norteamérica. Lula es respetado en ese importante grupo emergente, tanto que en 2023 su aliada y expresidenta, Dilma Rousseff, fue nombrada titular del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), conocido coloquialmente como ´Banco BRICS´, que rivaliza con el Banco Mundial y permite se incorporen a él, para el otorgamiento de créditos, países que no forman parte del grupo. Como lo acaba de lograr Gustavo Petro, presidente de Colombia apenas en julio pasado.
A todo lo anterior, habrá que agregar el interés de ambos gobiernos de combatir la pobreza, disminuir las desigualdades y superar el clasismo en sus sociedades. Lula en sus primeros dos mandatos (8 años) logró sacar de la pobreza a 30 millones, mientras que Andrés Manuel en su periodo de seis años, hizo lo mismo con 13.5 millones de mexicanos. La vocación de ambos gobiernos por las clases desprotegidas y el uso de programas sociales los emparentan.
Adicionalmente, el reconocimiento en México hace relativamente pocos años, de la “raíz negra” de una parte de su población, ofrece otra línea de convergencia y diálogo entre ambas sociedades. Así que coincidencias no faltan. Y si al entendimiento político y cultural, se agrega el empresarial, las economías 10 (Brasil) y 14 (México) del mundo, tienen un mundo por delante. Pues como lo señaló el vicepresidente Alckmin: nuestros dos países no tienen problemas con nadie.
Comentarios