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Irán, el desafío cultural de Occidente. (II)

  • Foto del escritor: Saúl Loera
    Saúl Loera
  • 8 jul
  • 6 Min. de lectura
Columna: Mirada Geopolítica. 08/07/25
Columna: Mirada Geopolítica. 08/07/25
Como dijimos en la primera parte de este artículo, detrás de la “Guerra de 12 días” entre Israel e Irán está en juego el surgimiento del nuevo orden mundial, sin embargo, el conflicto entre ambas naciones alcanza una profundidad cultural e histórica de siglos, misma que intentaremos atisbar ahora.

Desde el siglo V antes de nuestra era, en que los antiguos griegos se enfrentaron a los Persas (hoy Irán), en las llamadas Guerras Médicas (490 a. C.), empezaron a utilizar el término “bárbaros” para referirse a ellos. El término en un inicio no contenía carga moral denigrante, simplemente lo usaron para referirse a quienes no hablaban griego y que para ellos se escuchaba como un decir “bar-bar”.

Pero con el tiempo y al calor del largo conflicto entre estos pueblos, el término empezó a usarse con carga peyorativa, contraponiendo los ´valores´ griegos contra los persas, en un movimiento de búsqueda de identidad y de reafirmación ante un enorme rival. Durante este proceso, los griegos apelaron a ser ellos los buscadores de la libertad frente a los ´tiranos´ persas, antepusieron la democracia ateniense contra los ´sátrapas´ orientales (gobernantes de las provincias), lo racional contra lo pasional. Y como se puede advertir fácilmente, a la vuelta de más de dos mil años estamos aquí, con el mismo discurso descalificatorio contra el pueblo persa, que hoy es la República Islámica de Irán.

Este mito de la lucha entre ´Occidente contra Oriente´ tiene su origen más o menos por las mismas fechas, el cual con el paso del tiempo se fue cargando de simbolismos, algunos de ellos del todo fuera de la realidad, veamos. En primer lugar, porque el Imperio Persa no fue quien atacó a los griegos de manera arbitraria, lo hizo motivado porque varias ciudades griegas jónicas (de las costas de Asia: Mileto, Éfeso y otras), que pertenecían al imperio de Darío I El Grande, se rebelaron y fueron apoyadas por Atenas y Esparta, por lo cual Darío decidió reprender a éstas por su intromisión.

Segundo, la dilatada manía de presentar a los persas como ´bárbaros´, es decir, como un pueblo cruel e ´incivilizado´, frente a la ´democrática´ Grecia, tampoco se corresponde con la realidad. En principio la democracia sólo apareció en Atenas, no en todas la ciudades-estado griegas. Por ejemplo, Esparta tenía una estructura política distinta y marcadamente militarizada, diferente a la ateniense. No por nada, en décadas posteriores, cuando las distintas ciudades griegas se enfrentaron entre sí, en la llamada Guerra del Peloponeso (430 – 404 a. C.), los líderes de ambos bandos justo son estos dos estados: Atenas y Esparta.

Además, para cuando en el siglo V a. C., Atenas y Esparta están en un momento de auge, el pueblo persa tiene una antigüedad de más de dos mil años y un esplendor incomparable para ese momento histórico, pues en el siglo anterior había logrado consolidar el imperio Aqueménida, dominando y unificando a los Medos (Persia, Media), Babilonia (Irak), Lidios (Turquía), Siria y Fenicia (costas del Mediterráneo) y justamente, ciudades jónicas de Asia Menor.

Famoso por ser el primer imperio multicultural y multiétnico de la historia, pues fue respetuoso con las culturas y religiones de los pueblos conquistados. Su fundador, Ciro II es leyenda por haber redactado el ´Cilindro de Ciro´, una pieza de arcilla donde se instaura esta tolerancia y hoy día se toma como una manifestación temprana de respeto a derechos humanos y de la tolerancia religiosa. También Ciro II fue quien liberó al pueblo judío de su exilio en Babilonia y para cuando chocan con los griegos antiguos, ya contaban con la famosa ciudad de Persépolis, una metrópoli magnífica y multicultural en la que cada año desfilaban autoridades de todas las provincias constituyendo un mosaico cultural sin igual.

Pero así como el término ´bárbaro´ cruza los siglos y llega hasta nuestra época, con el concepto ´occidente´ acontece lo mismo. En un principio los antiguos romanos lo utilizaron sólo como referencia geográfica: occidente (Roma) versus oriente (civilizaciones asiáticas o de medio oriente), pero con la expansión, enriquecimiento y desarrollo de los estados europeos del siglo XVI y posteriores, se va forjando la idea de un ´occidente´ ilustrado, racional, industrial y científico.

Ya para el siglo XX esto se consolida cuando al final de la 2ª Guerra Mundial (2GM), el poder político, económico y militar se desplaza de Europa e Inglaterra hacia Estados Unidos (EU), quien lidera al ´bloque occidental´ contra el bloque comunista. Para este momento la carga conceptual de ´occidente´ ya es clara: democracia, economía de mercado, cultura secular (separada de la religión), derechos humanos, es decir, al modelo de sociedad estadounidense. Así, en esta nueva versión de occidente contra oriente, lo occidental ya pierde todo sentido geográfico para volverse político e ideológico. Sólo de esta manera es que se puede entender que países ´del lejano oriente´ como Japón, Australia o Corea del Sur, puedan ser sociedades ´occidentales´ en toda regla.

En esta expansión colonialista de Europa de los últimos cinco siglos, su meta fue, además de extraer toda la riqueza de los países colonizados, imponer su cultura, esto es, ´occidentalizar´ a los pueblos que dominaban. En este largo proceso, el Impero Persa fue cayendo bajo la férula de Rusia e Inglaterra en el siglo XIX, siendo botín de ambas potencias que se disputaban su dominio. Pero para el siglo pasado, Inglaterra logra dominarla y quedarse con su primer gran yacimiento de petróleo encontrado. Aparejada con la creación de la Anglo-Iranian Oil Company (AIOC, 1908), fue impuesto un gobernante ´títere´ que protegiera sus intereses; hablamos de Reza Khan Pahlevi que reinó de 1925 a 1941 y fue sustituido por el famoso Shah de Irán, su hijo: Mohammad Reza Pahlavi, hasta la Revolución Islámica de 1979.

Fue este año cuando el hartazgo ante la tiranía, la corrupción y la ´occidentalización´ hicieron renacer el impulso nacionalista iraní, provocando una revolución social que, basada en su antigua religión y en una mezcla peculiarísima entre república (presidente, parlamento, elecciones) y teocracia, pues su máxima autoridad religiosa (el ´ayatola´), también es su máximo líder político; instauraron el régimen que gobierna hasta ahora… nacionalizando su petróleo y distanciándose cada vez más de la influencia y cultura occidental, que en esa zona del mundo, está representada de manera insuperable por Israel, país creado en 1948 por potencias occidentales, del que hablaremos en el siguiente artículo.

Israel, creación de Inglaterra y Estados Unidos, principalmente, y último eslabón de la cultura occidental, es también el último intento por occidentalizar a ´esos pueblos bárbaros´, por ello, es un modelo de sociedad occidental, una democracia en una zona llena de monarquías y una teocracia… pues como vimos, falló el intento de occidentalizar al milenario pueblo persa. Esto es lo que rezuma a través de la “Guerra de 12 días” entre Israel e Irán, un conflicto cultural de miles de años.
Pero a diferencia del mito de la rivalidad entre oriente contra occidente, o de la actual idea de Choque de civilizaciones, lo que tenemos es un pleito interno de una misma cultura: la occidental. Pues tanto Persia, como Grecia, emergieron de una de las seis civilizaciones madre: Mesopotamia. Así que la crisis que vive el mundo actual, lejos de ser una confrontación entre civilizaciones, por ejemplo, de occidente contra China o India o Mesoamérica, es una sorda lucha intestina, como lo muestra no sólo este conflicto, sino también el de Europa con Rusia. Pero claro, con Irán, ´occidente´ (Europa, Inglaterra, EU e Israel), se topa con un pueblo que es su antepasado en línea directa, una versión distinta, satanizada pero nunca desaparecida, de ´occidente´.

Que frente la crisis política (choque EU-Europa), económica (el G7 ya no representa a las economías más grandes) y cultural (EU y Europa en la ´deriva autoritaria´ y belicista, haciendo guerra justo contra Rusia e Irán, su otredad; y ensimismados en su progresismo ´woke´), que frente a ellos, resiste y afirma un nacionalismo férreo, una devoción religiosa que hace siglos occidente perdió (´Dios ha muerto, nosotros lo matamos´) y su determinación a decidir su destino, pese y contra el orden globalista, dictado desde las instituciones occidentales.

Por todo lo anterior, el desafío que representa Irán sobrepasa lo geopolítico y su origen está soterrado bajo raíces milenarias, se trata de un profundo conflicto cultural y de familia, ¿el último hijo de occidente, el menor, piensa va a ´redimir´ al mayor? Pues buena suerte.

Saúl Loera.


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