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Vladimir Putin impone condiciones.

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    VG CONSULTORES
  • 21 ago
  • 6 Min. de lectura
Columna: Mirada Geopolítica. 20/08/25
Columna: Mirada Geopolítica. 20/08/25

Más allá de la infantil manía de analizar “quien ganó” en la pasada cumbre entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Rusia, Vladimir Putin, el pasado viernes 15 de agosto en Alaska, es claro el presidente Putin ha logrado imponer sus condiciones. Más aún, ha puesto a trabajar a su muy querido “vecino” Donald.

Sí, es cierto que el presidente norteamericano amenazó al ruso acortando el plazo de 50 a 12 días para llegar a un acuerdo y poner fin al conflicto en Ucrania, incluso también declaró habría consecuencias “muy graves” si no había un alto al fuego o si la reunión no salía bien; sin embargo, en los hechos, terminó la reunión sin un acuerdo (por tanto, no salió bien) y sin un alto al fuego, y no hubo consecuencias, ni muy graves, ni muy pequeñas.

Por el contrario, quien se vio en la necesidad de ´ponerse a trabajar´ fue el presidente estadounidense. Todo el fin de semana su equipo trabajó para sacar las reuniones del lunes con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, así como con “muy importantes” líderes europeos. Por lo que todo el día lunes se mantuvo muy ocupado tratando de ser amable con quienes, como ha sido público, desprecia considerablemente. Y el martes por la mañana Karoline Leavitt, secretaria de prensa de La Casa Blanca, anunció que el presidente Putin ya aceptó la reunión con Zelensky, así que los preparativos por parte del equipo negociador del presidente Trump, “están en marcha”.

¿Pero por qué se da este fenómeno de que sea la administración de la mayor potencia del planeta quien esté en trabajo frenético, mientras el condenado y con orden de arresto por la Corte Penal Internacional (Putin), regresó a su país después de ser recibido con pompa y aplausos, para tranquilamente hacer llamadas a sus pares del grupo BRICS, para dialogar sobre los “avances” en la reunión en Alaska?
Estos hechos deberían hacernos comprender de una vez por todas, que la ridícula e insostenible demonización que siguen haciendo los medios de comunicación occidentales (estadounidenses, europeos y de países aliados), del “paria internacional” Vladimir Putin, es algo del todo irreal, nunca estuvo aislado y la situación internacional es muy distinta a como ellos informan.

Rusia ciertamente no es una potencia del tamaño de EU, aunque justo en estos últimos años de “aislamiento” y sanciones, su economía lejos de mermar, ha crecido. Verdad es que no es una potencia de primer orden en diversos ámbitos tecnológicos, ni en Inteligencia Artificial (IA), así como tampoco es una potencia industrial y sus empresas no son dominantes a nivel mundial. No obstante, tampoco es el país subdesarrollado del que se burlan políticos y medios de comunicación estadounidenses y europeos.

Y al menos en dos áreas sí domina y destaca globalmente. Domina el ámbito militar nuclear, pues como lo dijo hace tres días Marco Rubio, secretario de Estado de EU, cuando medios criticaban el acercamiento con Rusia: “Putin ya está en el escenario mundial […] Tiene el arsenal nuclear táctico más grande del mundo”.

En segundo lugar, destaca en el ámbito de la política internacional, pues su diplomacia ha tenido un activismo fundamental para lograr un “mundo multipolar”, como el mismo Putin lleva años pronosticando (y trabajando para ello), y lo cual, como puede verse, (claro, si es que desea verse), ahora es inevitablemente cierto.

País integrante desde su fundación de la Organización para la Cooperación de Shanghái (OSC, China 2001, organización para la seguridad regional y contra los extremismos y el terrorismo), así como del BRIC (foro de reuniones y acuerdos políticos, culturales y económicos), que tuvo como fundadores a Brasil, Rusia, India y China, (Rusia 2009), al cual se sumó Sudáfrica dando la última letra al acrónimo “BRICS” en 2010 y que al día de hoy cuenta con diez miembros plenos, diez socios y una fila de países esperando su incorporación; Rusia nunca estuvo aislado de “la comunidad internacional” como a diario escuchamos durante estos más de tres años que ha durado su guerra en Ucrania.

Aunado a estos importantes grupos, desde el inicio de este siglo Putin llevó poco a poco a Rusia a una cada vez más estrecha interacción con su antiguo competidor: China, y mejoró su relación hasta firmar una “alianza sin límites” en febrero de 2022, justo días antes de la “Operación Militar Especial” con que invadió Ucrania.
Y es gracias a estos aliados que Rusia pudo sortear las más de 19 mil sanciones que recibió de las potencias occidentales derivadas de su entrada en territorio ucraniano. Incluso India y China se volvieron grandes compradores de petróleo ruso, muy barato, y en el marco del BRICS, Rusia ha podido hacer transacciones comerciales sin hacer uso del dólar, evitando ser aplastada o volverse un “paria internacional”.

Por supuesto, su fortaleza también se debe al desempeño en el campo de batalla, pues además de conseguir rápidamente “liberar” la región del Donbás, donde se encuentran las provincias de Donetsk y Lugansk, a las cuales reconoció como estados independientes después de haber realizado referéndums en septiembre de 2022, hay que agregar controla alrededor del 20% del territorio y tiene contra las cuerdas al ejército ucraniano, quien según todos los reportes de especialistas, ya no aguanta la presión rusa e incluso podría capitular en poco tiempo.

Por supuesto, habrá quien justifique la situación por la disparidad de ejércitos, pero debe tomarse en cuenta Ucrania recibió, de facto, el apoyo de la OTAN, pues los gobiernos de Europa y EU la han apoyado. Aunado a lo anterior, otro aspecto que fortalece la posición rusa es su control de la región oriental de Ucrania, denominada el Donbás, que es la parte más industrializada y concentra la mayoría de los minerales críticos y tierras raras de este país, así que, al estar bajo su posesión, cuenta con una gran arma de negociación.

Por todo lo anterior, a quien le urge negociar la paz es a Donald Trump. Bueno, a lo anterior y también a que fue promesa de campaña, pues según el magnate lo resolvería en 24 horas, también le urge porque en Ucrania cada vez hay más manifestaciones contra Zelensky,  así como al riesgo de derrota en el campo de batalla (lo cual sería un ridículo internacional para Europa y EU, por más que insista Trump en que es la “guerra de Biden”), y también, a que las amenazas contra China e India para que dejen de comprar petróleo ruso, simplemente han sido ignoradas por los gigantes asiáticos.

Así llegamos a la cumbre, con un Putin tranquilo y relajado, amable pero inflexible en sus condiciones: que el Donbás le pertenece a Rusia, que Ucrania no entre a la OTAN, que de ninguna manera habrá tropas occidentales en Ucrania, que haya elecciones en Ucrania para que los acuerdos los firme un presidente legítimo y, por supuesto, nada de alto al fuego, sino una solución legal de largo plazo, una auténtica reestructura de la seguridad Europea e incluso global, pues las negociaciones pueden incluir ratificar, por ambas potencias nucleares, el Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (New START) que vence en febrero del próximo año.

Y ese es otro punto fundamental de porqué el presidente estadounidense no pelea con Putin y, por el contrario, desea regenerar las relaciones ruso-estadounidenses, pues la relación con Rusia sobrepasa el conflicto en Ucrania e incluso, el papel de la Unión Europea y la OTAN, ya que Rusia es un actor fundamental en la seguridad global, pero también para arribar a dos acuerdos comerciales fundamentales para EU. Uno; las tierras raras ucranianas (indispensables para la producción de la amplia gama de aparatos digitales, así como para sensores y radares en materia militar y aeroespacial), que como recordaremos, no pudo obtener ya que no logró firmar con Zelensky un acuerdo en su anterior y desastrosa visita a La Casa Blanca.

Dos; la ruta del ártico. Se trata de la ruta marítima que puede conectar a Rusia con Europa y EU, pasando por el norte del planeta, reduciendo considerablemente tiempos y costos para el traslado de mercancías. Misma en la que Vladimir Putin lleva años ordenando se levante infraestructura (puertos, militares y comerciales, radares, aeródromos y sistemas de defensa, así como estaciones meteorológicas y de monitoreo satelital) y se construya la joya de la corona: su flota de más de 50 rompehielos, algunos de propulsión nuclear, que es la más grande del mundo. Obvio, no fue casualidad Putin propusiera Alaska para reunirse.

Así que quizá todo esto explique no sólo la serenidad del presidente ruso y la premura del estadounidense por meter en cintura de una vez por todas a los europeos, sino también, la rabiosa insistencia de los medios de comunicación occidentales por no entender, ni comunicar, la dura realidad.

Saúl Loera.
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