La semana pasada China realizó dos eventos que dejaron boquiabierto al mundo. La 25ª Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), en Tianjin, China, los días 31 de agosto y 1º de Septiembre y, dos días después, el miércoles 3 de septiembre, un gran desfile militar para conmemorar el “80º aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista”, sí, todo eso.
La OCS es una organización creada el 15 de junio de 2021 por la República Popular China, la República Kirguisa, la Federación de Rusia, la República de Tayikistán y la República de Uzbekistán, que tiene como objetivos: fortalecer la “confianza mutua, la amistad y la buena vecindad” (1) ; fomentar el comercio, la política, la ciencia, la tecnología, la educación y la cultura, garantizar la paz, la seguridad y la estabilidad en la región, así como promover un nuevo orden político y económico internacional democrático, justo y racional.
Antes de la cumbre, la OCS contaba con 10 estados miembros (Bielorrusia, India, Irán, Kazajstán, China, la República Kirguisa, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Dos Estados observadores: Afganistán y Mongolia, y 14 socios de diálogo: Azerbaiyán, Armenia, Bahréin, Egipto, Camboya, Qatar, Kuwait, Maldivas, Myanmar, Nepal, Sri Lanka, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, pero en ella se reestructuró y éstas últimas dos categorías pasarán a ser ´socios de la OCS´, además de admitir a Laos, con lo que la OCS llega a 27 miembros. En 25 años su influencia pasó de ser regional muy local, a extenderse por toda Asia, llegar al Medio Oriente y hasta Europa, y todos esos países participaron en esta cumbre, así que ya podrá entenderse la importancia de esta cita internacional.
Pero más allá de las famosas imágenes del presidente chino, Xi Jinping, de Rusia, Vladimir Putin y del primer ministro de la India, Narendra Modi, en las que departen alegremente, ¿qué queda de esta cumbre como compromisos reales? Aprobaron una estrategia de desarrollo de la OCS para los próximos diez años, lo cual es importante ya que debemos señalar que a diferencia del BRICS, esta institución no es Foro, sino una organización internacional, con estructura (Secretaría General permanente), normativa interna y personalidad jurídica internacional, por ello cuenta con reconocimiento (y participación) en la ONU.
Justo por lo anterior, tiene sentido la Declaración para defender el sistema internacional creado en el marco de la ONU, así como el sistema multilateral de comercio bajo el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC), “ante el resurgimiento del unilateralismo y la intimidación”. (2) Y en consonancia con su estructura interna, crearon “cuatro centros de seguridad”: 1. Centro Universal de la OCS para Contrarrestar los Desafíos y Amenazas a la Seguridad; 2. Centro de seguridad de la Información; 3. Centro para Luchar contra los Crímenes Organizados Trasnacionales y, 4. Centro Antidrogas de la OCS.
También anunciaron “la decisión política de establecer un banco de desarrollo de la OCS”. Esta organización “iniciará este proceso, forjando una nueva plataforma de cooperación multilateral en Eurasia.”, para fomentar la construcción de infraestructuras y el desarrollo económico y social de los países miembros. Aunado a lo anterior, se realizaron declaraciones con la iniciativa de cooperar para desarrollar energía sostenible, industria verde, economía digital, inteligencia artificial e innovación científico-tecnológica. Aunado al otorgamiento por parte de China de 2 mil millones de yuanes (281 mdd), no reembolsables, a los países miembros como apoyo a proyectos.
Dos días después, el miércoles 3, Xi Jinping presidió un fastuoso desfile miliar, en él, como lo anunciaron escandalosamente los medios de comunicación, China presentó su ´triada nuclear´, esto es, su capacidad nuclear por aire, mar y tierra. Sumándose así a EU y Rusia, que son los únicos dos países que contaban con ella. Pero más allá de esta capacidad nuclear, las armas que presentó hicieron palidecer la capacidad bélica de las llamadas potencias occidentales (EU y aliados), pues se trata de armamento construido y desarrollado por ella misma.
Presentó tanques, drones y misiles hipersónicos de última generación, algunos de estos últimos, capaces de destruir portaaviones en cuestión de minutos. Lanzacohetes y sistemas de defensa aérea. Una amplia gama de misiles, entre ellos el misil balístico intercontinental DF-5C, capaz de atacar cualquier objetivo en el planeta, pues su alcance de más de 20,000 km le dota de esa capacidad. Misiles balísticos submarinos de tercera generación, capaces de lanzar misiles nucleares. Perros robot dotados de inteligencia artificial con capacidad de reconocimiento y disparo, con el rifle que tienen adaptado en su “lomo”, como sólo habíamos visto en redes socio digitales y, finalmente, sistemas de armas láser para interceptar tanto misiles como vehículos no tripulados.
Flanqueado por Vladimir Putin, presidente ruso y Kim Jong Un, líder de Corea del Norte, dos potencias nucleares y militares de primer orden, el presidente chino mostró al mundo el poderío militar de su país y en su discurso, fue claro y contundente, primero cuando sentenció: “La revitalización de la nación china es imparable”, y después, cuando aclaró: “El pueblo chino es un pueblo que no teme a la violencia”.
Es difícil no entender lo anterior como un claro mensaje: China seguirá su ascenso y quiere la paz, pero no teme la violencia, claro, si es que alguien intenta detenerla. Y esta deducción la hacemos no sólo como una vana especulación por la retórica del presidente chino, sino por las acciones de su gobierno.
En la Cumbre de dos días antes, había presentado la Iniciativa de Gobernanza Global, un documento que contiene la propuesta china para reformar y mejorar el orden internacional. China no desea desmantelarlo, por el contrario, “se mantendrá firme en la defensa del sistema internacional, con la ONU como eje central, y del orden internacional basado en el derecho internacional” (3) . Sí, por extraño que pueda parecer a quienes ven como una amenaza al gigante asiático, éste lleva años buscando una reforma, no una demolición, del orden internacional. Busca, junto con sus pares del BRICS y de la OCS, una modernización y equilibrio en los organismos internacionales, sobre todo para dar cabida a países en desarrollo y a todo el Sur Global.
Para aquellos que puedan levantar las cejas al enterarse de su Iniciativa Global, habrá que señalar que anteriormente también ha presentado la Iniciativa Global de Desarrollo, la Iniciativa de Seguridad Global y la Iniciativa de Civilización Global, pues el gobierno chino lleva tiempo ofreciendo una alternativa a la visión imperante en que las potencias occidentales ven el mundo. A eso responde su deseo de mostrar otra parte de la historia, como lo señala el largo título de su Desfile. Y contario a lo que señalan medios de comunicación occidentales, sobre que intenta manipular la historia, lo que está haciendo China es mostrar que otra narrativa mundial es posible, una que no esté centrada en las potencias occidentales, como llevan décadas y siglos imponiendo.
También por ello resalta el “espíritu de Shanghái” que se reafirmó en la declaración de la cumbre, porque aquello de “fortalecer la confianza mutua, la amistad y la buena vecindad entre sus estados miembros”, como reza el primero de sus objetivos, no sólo es discurso, es una realidad materializada al paso de los años. La cantaleta de “relaciones mutuamente beneficiosas” que el gobierno chino repite a todo momento, ha buscado realizarlo sobre todo en esta organización, como puede observarse en los acuerdos de cooperación que señalamos allá arriba.
Y claro, esta visión de un mundo que en lugar de estar divido entre países buenos y malos, ofrece una alternativa de desarrollo respetuosa, con transferencia de tecnología, desarrollo de infraestructura, respeto al orden político interno de cada país, así como a su civilización y cultura, ha atraído a cada vez más naciones. Por ello no nos parece casualidad que, rodeado de ellas, presidiendo la organización regional más grande del planeta, que representa alrededor del 40% de la población mundial, presente su propuesta de una reestructura global, y dos días después, presente su capacidad militar. ¿O será que estamos entendiendo mal?
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