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Irán, el desafío cultural de Occidente.

  • Foto del escritor: Saúl Loera
    Saúl Loera
  • 30 jun
  • 5 Min. de lectura
Columna: Mirada Geopolítica. 30/06/25
Columna: Mirada Geopolítica. 30/06/25

El viernes 13 de junio el gobierno de Israel lanzó un ataque sorpresivo sobre Irán, atacó instalaciones nucleares, fábricas de misiles y drones, así como centros de investigación y desarrollo, en las cuales además de fallecer una treintena de altos mandos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), también murieron once científicos y expertos nucleares. Según el gobierno israelí, la operación León Ascendente tuvo como finalidad destruir el programa nuclear iraní para impedir pueda desarrollar la bomba atómica.


Desde los años 90´s Irán reactivó su programa nuclear con fines pacíficos, negando buscara crear armas nucleares, lo ha dicho cientos de veces. Incluso desde 1970 ratificó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, lo que ha permitido que la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) supervise sus instalaciones de manera sistemática. Lo que el gobierno israelí nunca ha hecho; pues ni ha suscrito el Tratado ni permite el acceso de la OIEA. De manera informal ´se sabe´ que Israel tiene entre 90 o 300 bombas nucleares, dato no confirmado o desmentido ya que nadie lo supervisa.


Benjamín Netanyahu, actual primer ministro de Israel, cargo que ha ocupado en varias ocasiones desde 1996, lleva al menos 30 años emitiendo la misma acusación. Lo ha dicho en el congreso de EU, en la Unión Europea, en el pleno de la ONU, lo ha repetido decenas de veces sin ninguna prueba.


Bajo el acoso de permanentes acusaciones, y sanciones, durante el gobierno del expresidente Barak Obama, Irán firmó con EU el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) en 2015, para limitar el enriquecimiento de uranio, paso fundamental para desarrollar bombas atómicas, pues ello daba aliento a las denuncias de Israel. A cambio, EU se comprometía a aliviar las sanciones económicas contra el país persa. No obstante, en el primer mandato de Donald Trump, el gobierno estadounidense abandonó el acuerdo (PAIC) de manera unilateral en 2018.


Las agresiones entre ambos países han tenido momentos álgidos, como el ataque a la embajada de EU en Irak por fuerzas pro iraníes y la respuesta estadounidense en la que eliminó al general Qasem Soleimani, líder del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica en enero de 2020, durante el primer mandato de Trump. a lo que siguió la respuesta iraní, atacando las bases militares estadounidense de Al Asad e Irbil, en Irak, previo aviso al gobierno estadounidense y sin mayores consecuencias y fin del conflicto. Sin embargo, en esta ocasión la reacción de Irán fue muy distinta.


Su natural molestia se vio agravada ya que el gobierno iraní llevaba semanas en pláticas con el gobierno norteamericano justo para llegar a nuevos acuerdos y garantizar, una vez más, su programa nuclear tiene fines pacíficos. Pero, previo a la sexta ronda de negociaciones, ¡recibió el ataque israelí a sus instalaciones nucleares! Ataque que, según todos los especialistas, no pudo llevarse a cabo sin el conocimiento y apoyo, así sea sólo de inteligencia, del gobierno estadounidense. De tal suerte que el gobierno iraní en menos de 24 horas inició su operación Promesa Verdadera 3 desatando una lluvia de misiles que dejó sin aliento a todo el planeta.


Durante doce días vimos una sorprendente lucha entre un enjambre de misiles y drones que caían sobre el cielo de Israel, y la manera en que eran repelidos por el famoso “Domo de hierro”; un sistema anti misiles que, en teoría, era inviolable y tiene como finalidad destruir todo artefacto que intente violar el espacio aéreo de Israel. Lo cual así sucedió en la gran mayoría de los casos al inicio, pero conforme transcurrían los días e Irán enviaba misiles balísticos de última generación (Seijil) e hipersónicos (Fattah I), lo era cada vez menos, provocando daños a Israel que nunca antes habíamos visto.


Las tensiones llegaron al máximo pues Benjamín Netanyahu presionó al gobierno estadounidense para que entrara a la guerra a apoyarlo, en tanto China y Rusia condenaban los ataques de Israel, en claro alineamiento con Irán. Por otra parte, surgían rumores de que el gobierno de Pakistán (país con bombas atómicas) estaba dispuesto a entrar en apoyo a Irán, si acaso éste sufría un ataque nuclear por parte de Israel.  La consabida frase de “estamos al borde de la 3ª Guerra Mundial nuclear”, nunca tuvo tanta posibilidad de ser real.


El mismo presidente de Rusia, Vladimir Putin, a pregunta expresa en una conferencia en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, lo dijo claro: “Me preocupa. Lo digo sin ninguna ironía y sin bromas. Existe un gran potencial de conflicto que está creciendo, el conflicto que sufrimos en Ucrania, lo que está ocurriendo en Medio Oriente y, por supuesto, nos preocupa mucho lo que pasa en torno a las instalaciones nucleares de Irán.”


Afortunadamente privó la sensatez y entre llamadas de Trump con Putin, Putin con el presidente de Irán y con el propio Netanyahu, la gran expectativa que había sobre el ingreso de EU al conflicto se desinfló cuando la decisión de Trump ´se limitó´ a atacar tres bases militares de Irán, una de ellas (Fordow) 100 metros bajo tierra, debajo de una montaña, además, pero sin grandes consecuencias para el programa nuclear iraní. A lo que siguió la “típica” respuesta de Irán: atacar una base militar de EU (Al Udeid, en Qatar) poniendo fin a la escalada de las hostilidades. Trump festejó EU sea el país más poderoso del mundo, Israel que el programa nuclear iraní había sido destruido e Irán, entre multitudinarias manifestaciones nacionales, que su programa nuclear salió ileso, que atacó una base militar de EU y que infringió un daño colosal a Israel, como nunca antes, pues nunca previó el tamaño de su respuesta.


De todo lo cual, lo último es lo más apegado a la realidad, pues esta respuesta de Irán marca un quiebre en la situación geopolítica en Medio Oriente: en primer lugar, deja obsoleta la idea de un Israel imbatible e inviolable, en segundo lugar, el programa nuclear iraní continuará y, tercero y más importante para el nuevo orden mundial emergente, China y Rusia han decidido poner un límite a las pretensiones israelíes y por ende, estadounidenses, de dominar el medio oriente, reduciendo, y derrocando, a todos los gobiernos de los países que no se alineen a sus intereses.


Y no podía ser de otra manera, pues a pesar del diálogo y buena relación de Vladimir Putin con Netanyahu y Trump, lo que está en juego con Irán es el futuro de los BRICS, de los cuales Irán forma parte desde el año pasado. País con el cual Rusia tiene proyectos nucleares, y petroleros, conjuntos, y China desarrolla una línea ferroviaria que le permita el acceso a todo el centro de Asia.


Sin embargo, y a pesar de la trascendencia geopolítica, el conflicto de Irán con Occidente (EU y aliados) es mucho más profundo de lo que parece. Tiene raíces históricas profundas, desde el viejo conflicto de los antiguos griegos con “los bárbaros persas”, hasta llegar al siglo pasado cuando la ´Revolución Islámica´ de Irán de 1979 derroca a un gobernante iraní pro Estados Unidos (el famoso Sha) y llega al poder la teocracia que aún gobierna, lo cual ha representado un verdadero desafío a Occidente. Pero eso lo veremos en el siguiente artículo. Aquí nos vemos.


Saúl Loera.

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