La Construcción de la Imagen del Candidato.
- 12 abr 2021
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La imagen política es el resultado de un proceso de promoción, difusión y comunicación que le permite al actor político presentarse ante la ciudadanía y proporcionarle la información que requiere para que sea seleccionado entre las distintas opciones en competencia.
La imagen política es un recurso, que utilizado de manera inteligente, eficiente y estratégica, sirve para distinguir a un actor político de sus competidores y ampliar las capacidades de competencia, posicionamiento, diferenciación y rentabilidad electoral. De igual manera, los políticos utilizan su imagen para formar, negociar, conducir y desarrollar relaciones de mutuo beneficio con los ciudadanos, las organizaciones, los grupos de intereses y otros actores políticos.
Lo que parece cierto es que la imagen que transmita un político, más allá de su ideología o de la manera en la que esta es expresada, puede poner la balanza a favor de uno o de otro a la hora de elegir desde un alcalde hasta un Presidente del país. En este sentido, la imagen política no es un factor inmóvil y permanente, sino que es un proceso que se debe desarrollar y actualizar con el paso del tiempo en función de los resultados obtenidos en cada campaña.
Además, para muchos expertos este proceso de creación de la imagen poco tiene que ver en realidad con la estética, sino más bien con el poder, y es legítimo que se utilice esta estrategia para conseguirlo. En ella se incluye desde la forma de vestir del candidato o su cuidado personal hasta la comunicación no verbal, que se puede expresar a través de la forma en que se comporta, los gestos que hace o la manera de reaccionar ante las palabras de otros candidatos.
Al ser esta comunicación no verbal un elemento fundamental de su día a día, los políticos preparan, junto a sus asesores, la imagen que quieren trasmitir para cada una de las intervenciones públicas que hacen, siempre de manera detallada y en función del tipo de público al que se dirigen y su entorno. No sería adecuado, por ejemplo, vestir de la misma forma en una cumbre europea que en un evento informal en el que el candidato se encuentra cara a cara con los votantes en un ambiente más cercano.
A diferencia de los personajes no públicos, los políticos, utilizan la vestimenta, no para expresar su personalidad, sino para proyectar y reforzar su discurso y generar empatía con su audiencia.
Dado a lo anterior, un líder perfecto siempre debe de adaptar su imagen a su discurso para lograr congruencia entre lo que dice y cómo se ve, para así generar un feedback positivo por parte de quienes le rodean.
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